E italianos. Bueno, en parte. Ayer fuimos a sacar pasaportes (Europas, aquí vamos!) y como ustedes saben no es cosa ni veloz ni bonita, sin embargo, puedo decir que me divertí, digo, no fue la graaan graan aventura de la vida ( y que bueno, porque en realidad sería triste tener esa aventura en una oficina de la delegación Cuahutemoc)
La cosa estuvo así: llegamos temprano y ya había mucha gente y hubo momentos de pánico por un letrerito que decía algo sobre fotos polaroid (el asunto de las fotos tambien fue una especie de saga) hicimos fila y fila y más fila, nada especial hasta ahora...Nos entretuvimos viendo a una señora chistosa que iba con dos niños pequeños que corrían y se le escapaban por todos lados, y creo que toda la fila tenía más o menos la misma idea en la cabeza "gracias a dios que no los cuido yo" parecía que habían comido media tonelada de azucar cada uno y no dejaban de brincar...seguimos avanzando...
Todo fue bien, no nos rechazaron ningun papel ni nada y nos mandaron a sentar y esperar y esperar más y, oh sorpresa! los niñitos atómicos nos tocaron al lado, aunque de momento no nos hicieron mucho caso, hasta que descubrieron mi mochila peluchosa y llegaron a hacerle cariñitos como si fuera perro "pelush!" "pelush!" a esas alturas ya llevabamos suficientemente tiempo sentados para saber que la señora era italiana (y altísima) y el señor mexicano (y contrastantemente pequeño), que el niño más grande se llamaba Livio, y el chiquito Emilio, han de haber tenido unos 4 y dos años y hablaban una mezcla chistosa de español-italiano (itañol?) y tuvimos toda una conversación, de los botones (tons) verdes de la mochila del zipper verde fluorescente (cocodrilo! dijo Livio, y allí acabó de caerme re-bien, no se me había ocurrido) y bueno, cuando descubrieron las pulseras, me convertí oficial-oficialmente en un hit, las contaron, me dijeron los colores en ingles y en español (bueno, segun el chiquito todo era "bianco!" "bianco!") y se me trepaban y al señor medio le daba pena- medio estaba agradecido de que entretuviera a sus hijos y a mi me daba mucha risa la plática con los niñitos...
Amenísima conversación con los niños-bala, simpatiquísimos, al punto de que hasta a ti te cayeron bien, quiza por no ser llorones, solo increíblemente hiperactivos, además de hacer nuestra espera mucho más entretenida, yo iba a regalarles unas pulseras con las que estaban jugando, pero por fin les tocó pasar a ellos y la señora me las devolvió y nos fuimos y...pues ya no.
Esa experiencia prueba que sí soy adorable (jeje seee) por lo menos a un nivel preescolar.
1 comentario:
pues debe ser!
los niños no dicen mentiras ni son hipocritas. bueno, no todos, conosco uno que otro que rompen esquemas, pero bueno, te dejo un beso.
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